Identidad

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Nos identifocamos con algunas de estas actividades

ACTIVIDADES DE QUINTO

PUÑADOS DE POLVO

     Por la persiana entornada entra, al comedor en penumbra, un rayo de sol matinal. Y por la misma rendija sale a la calle, oblicua hacia arriba, una banda ancha y dorada de moléculas. Parece una legión de bailarinas, pues, mirando atentamente, veo que cada uno de los puntitos rubios  gira de una manera vertiginosa sobre sí mismo.  Si yo supiera física, ¡cuántas observaciones podría hacer ahora! Pero no sé nada más que imaginar y soñar. Y miro con envidia a esa bandada de átomos que se va a correr el mundo, llevánmdose quizás el secreto de todas mis intimidades. ¡Oh granitos de polvo que vais a ver lo que yo no he de mirar jamás:bosques, mares, ciudades,templos , auroras boreales, maravillas! De soplo en soplo, de ráfaga en ráfaga, recorréis la tierra, sorprenderéis el secreto de mil casas y de mil mujeres y cuando el viento os vuelva a traer otra vez a este lugar, quizás haya transcurrido un montón de siglos. Yo no seré más que un puñadito de polvo amarillo. Y entonces me iré a danzar y a correr por el mundo con vosotros.


                                                              Juana de Ibarbourou.

CONTESTA:
1) ¿Por qué las moléculas se en de color dorado?

2) ¿Con qué compara la autora estas moléculas?

3)¿Para qué quisiera la autora, viajar con los granitos de polvo?





Sembrador de abecedario


Para colmarme la vida,
para llenarme de luz,
imitando a mi bandera
me voy a la escuela
de blanco y azul.

Siempre me dice el maestro
con dulce dejo de amor:
«El fundador de tu escuela
se llama Varela,
quiere, quiérelo».

Sembrador de abecedario,
líder del verbo oriental,
don José Pedro Varela,
pastor de la escuela,
jamás morirá.


Gracias, señor don Varela,
gracias, señor don José,
don Pedro, fiel de los niños
que cantan la letra
que les dio su fe.

Cuando me voy a la escuela,
don José Pedro, qué bien
si viera usted qué contento
me vuela por dentro
pensando en usted.








Silencio en el entrevero juguetón de la mañana
Afilándose en el tiempo dormitaban las tacuaras
Un ronco gemir de lunas por vidas asesinadas
La promesa de un cansancio en la grandeza de una carga
Duermen rosas en trabucos mientras las manos descansan
Y en los ojos de los fletes el sol juega a ser luz mala
Un horizonte tranquilo, azul de mañana clara
Se despierta en los jinetes con luz afilando lanzas
Sube la muerte a las cumbres donde las lunas se apagan
Y en el cielo del octubre negras nubes se adelantan
Y entonces, y entonces, ladra el clarín su orden aguda y clara
Como el agua de las sierras cuando entre las piedras cantan
Ardidos en sueños curdos los sables se desenvainan
Buscando un ansia de carne heridos por la distancia
Juan Antonio va adelante en cabalgadura blanca
El sable vivo en sus manos, la carabina a la espalda,
Atrás vienen los matreros siguiendo su estela larga
Y el viento les deja paso porque algún miedo los alcanza
Se enciman al enemigo trayendo muerte en ancadas
Pasión en su grito bravo y sangre para la patria
Los campos de Sarandí amanecen de esperanzas
Con un puntear de lanceros y un rasgueo de rodajas
Ya no sirven los trabucos, chillan cuchillos y espadas
Y los pastos beben sangre por no verla pisoteada
Se desbanda el enemigo ante la furia orientala
Un clarín toca deguello y otro ordena retirada
Y cuando el sol ya caía relataban la patriada
Con cadencias de una huella salida de una guitarra


Treinta y tres se vinieron
Armados de lanza
Juan Antonio los trajo
Por la Agraciada
Se vinieron trayendo
Gustito a Patria
Y este grito en la boca
Les retumbaba
Libertar nuestro suelo
Que es cosa brava
O encontrarnos la muerte
En la demanda
Treinta y Tres Orientales
Con unas lanzas
Una noche vinieron
En unas lanchas
La ra la Lara ……..
Juan Antonio los trajo
Por la Agraciada.
Ya la noche estrellea
Los esperaba
Colgando medias lunas
En las tacuaras
Y en sus ojos luceros
De una  esperanza
y en la tierra de Artigas
bravos aguardan
con el sable en la mano tierra orientala
libertad o muerte en la demanda
ya se sienten fragores de las batallas
y ladran los clarines sobre las cargas
la ra la laralaira….
Juan Antonio los trajo por la Agraciada

Eustaquio Sosa

1 comentario:

  1. Uno de los mejores relatos de los Treinta y tres que se haya escuchado. Hoy a mas de 40 años de haberlo escuchado la primera vez todavía se me eriza la piel.

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